domingo, 8 de noviembre de 2015

Conclusión

El proceso de evaluación se define, en gran medida, por la perspectiva desde la que se haya decidido emprender este procedimiento tan complejo. En este sentido, la adopción de determinado modelo le proporcionará al psicólogo las herramientas e instrumentos necesarios para llevar a cabo su práctica evaluadora; en otras palabras, el modelo teórico orientará las acciones del profesional y, como consecuencia, le proporcionará un marco contextual a partir del cual observará, analizará y explicará los fenómenos.
De esta manera, toda evaluación parte de un punto de vista que la moldea: objetivos, metodología y técnicas a emplear. Es claro que en la evaluación cognitivo-conductual se toman en cuenta diversos aspectos que permiten proporcionar una explicación completa de la conducta humana. La evaluación es un proceso arduo en el que intervienen diversos factores que permiten el éxito de un diagnóstico acertado. Por ello es muy importante analizar las condiciones en las que se desenvuelve el sujeto que será evaluado y la pertinencia de un método de evaluación que se ajuste a los propósitos requeridos.  
Entonces, la evaluación cognitivo-conductual está centrada en desarrollar descripciones del evaluado para después tomar decisiones que permitirán desarrollar estrategias de tratamiento. Así, el psicólogo deberá determinar los instrumentos, los métodos y las técnicas más convenientes para lograr la más adecuada relación entre las necesidades de los individuos, los grupos o las instituciones. 

Desde nuestra perspectiva, la evaluación cognitivo-conductual ha revolucionado la forma en que son tratados los problemas del comportamiento; además, ha traído consigo explicaciones profundas y completas del fenómeno a tratar, lo cual ha permitido que las intervenciones tengan mayor éxito. 


Estrategias para garantizar el mantenimiento y la generalización

Existen distintos tipo de estrategias para garantizar el mantenimiento y la generalización. A lo largo de la investigación conductual se han reportado distintos procedimientos que han sido efectivos. Una de las primeras estrategias clasificadas es la llamada “Entrenar y esperar”. Aunque para muchos ésta no puede ser considerada como una verdadera estrategia, en diversas ocasiones ha sido reportada bajo ciertas condiciones específicas. Esta clase de estrategia consiste en un mantenimiento y generalización naturales o espontáneos de los efectos del tratamiento; en otras palabras, no se usan procedimientos especiales para que se produzca su aparición (Milán y Mitchell, 1993).
       Stokes y Baer (1977) propusieron ocho estrategias de mantenimiento y generalización. La Figura 3 ejemplifica una clasificación de estas propuestas a partir de su propósito principal. 


Figura 3. Clasificación de las estrategias según su propósito.

Ahora bien, a partir de esta clasificación, se dará cuenta de las ocho estrategias.

           a)  Aquellas que proyectan la generalización del estímulo
1ª. Modificación Secuencial. El tratamiento se repite en las circunstancias o lugares donde debe emerger la generalización, con la finalidad de extender los efectos del tratamiento.
2ª. Programar Estímulos Comunes. Es parte del entrenamiento de control de estímulo; consiste en que los estímulos más comunes se hacen presentes en los lugares de entrenamiento y en los de generalización. Se proyecta que los estímulos provoquen la misma conducta en todos los lugares.
3ª. Generalización Mediada. Consiste en enseñar una conducta mediadora programada para aumentar la probabilidad de que el sujeto practique la conducta deseada en diversas situaciones.
4ª. Entrenamiento en Generalización. Se trata del entrenamiento directo de la generalización del estímulo.

     b) Aquellas que plantean una generalización de la respuesta
5ª. Entrenar Muestras Suficientes. Consiste en enseñar distintos ejemplos de un tipo de respuesta para que se den otros ejemplos de respuestas no entrenados.
6ª. Entrenar de Forma no Estructurada. Consiste en programar variaciones en las situaciones o circunstancias a las que tiene que responder el paciente. Ésta aumenta la capacidad del sujeto para responder a situaciones nuevas.

     c) Estrategias que se centran en el mantenimiento
7ª. Introducción a las Contingencias Naturales de Mantenimiento. Consiste en asegurar que la nueva conducta es apropiada para las contingencias de reforzamiento del ambiente natural del sujeto, es decir, dicha conducta deberá reforzarse en dicho ambiente.
8ª. Contingencias no Discriminables. Las contingencias de reforzamiento deben ser poco discriminables para mantener la conducta nueva.

Ahora bien, existen cinco enfoques sobre la generalización y el mantenimiento que han sido tomados en cuenta por los psicólogos conductuales. La Figura 4 representa cada uno de ellos.


Figura 4. Enfoques sobre la generalización y el mantenimiento.


Bibliografía
Milán, M. y Mitchell, P. (1993). La generalización y el mantenimiento de los efectos del tratamiento. En Caballo,                     V. (Dir.), Manual de técnicas de terapia y modificación de conducta. Madrid: Siglo XXI. 

La generalización y el mantenimiento de los efectos del tratamiento

Distinción entre generalización y mantenimiento

Dado que el proceso de evaluación no termina con el diagnóstico, sino que se extiende hasta la fase de intervención y seguimiento, es importante dar cuenta de dos aspectos fundamentales en los que también toma parte: la generalización y el mantenimiento de los efectos del tratamiento. La generalización y el mantenimiento se han distinguido entre sí, es decir, se han considerado como fenómenos independientes (Milán y Mitchell, 1993). En la Figura 1 se muestra una definición que permite distinguir uno de otro. 


Figura 1. Generalización y mantenimiento.

Además, se ha planteado una distinción entre la generalización de estímulo y la generalización de respuesta. La Figura 2 representa la principal diferencia entre estos fenómenos.

Figura 2. La generalización de estímulo y la generalización de respuesta. 


Bibliografía
Milán, M. y Mitchell, P. (1993). La generalización y el mantenimiento de los efectos del tratamiento. En Caballo, V. (Dir.), Manual de técnicas de terapia y modificación de conducta. Madrid: Siglo XXI.