domingo, 8 de noviembre de 2015

Conclusión

El proceso de evaluación se define, en gran medida, por la perspectiva desde la que se haya decidido emprender este procedimiento tan complejo. En este sentido, la adopción de determinado modelo le proporcionará al psicólogo las herramientas e instrumentos necesarios para llevar a cabo su práctica evaluadora; en otras palabras, el modelo teórico orientará las acciones del profesional y, como consecuencia, le proporcionará un marco contextual a partir del cual observará, analizará y explicará los fenómenos.
De esta manera, toda evaluación parte de un punto de vista que la moldea: objetivos, metodología y técnicas a emplear. Es claro que en la evaluación cognitivo-conductual se toman en cuenta diversos aspectos que permiten proporcionar una explicación completa de la conducta humana. La evaluación es un proceso arduo en el que intervienen diversos factores que permiten el éxito de un diagnóstico acertado. Por ello es muy importante analizar las condiciones en las que se desenvuelve el sujeto que será evaluado y la pertinencia de un método de evaluación que se ajuste a los propósitos requeridos.  
Entonces, la evaluación cognitivo-conductual está centrada en desarrollar descripciones del evaluado para después tomar decisiones que permitirán desarrollar estrategias de tratamiento. Así, el psicólogo deberá determinar los instrumentos, los métodos y las técnicas más convenientes para lograr la más adecuada relación entre las necesidades de los individuos, los grupos o las instituciones. 

Desde nuestra perspectiva, la evaluación cognitivo-conductual ha revolucionado la forma en que son tratados los problemas del comportamiento; además, ha traído consigo explicaciones profundas y completas del fenómeno a tratar, lo cual ha permitido que las intervenciones tengan mayor éxito. 


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